A EDUCACIÓN DA MULLER NAS IDADES MODERNA E CONTEMPORÁNEA: O CLAUSTRO


"Una parte no pequeña de mujeres se formó en los claustros. Las malas condiciones económicas de la sociedad del barroco, las dificultades de dotar convenientemente a las hijas para un matrimonio ventajoso y las numerosas vocaciones que se despertaron a tenor de los movimientos religiosos de los siglos XVI y XVII incrementaron la demanda de mujeres para entrar en los conventos españoles. Sobre todo a tenor de la extraordinaria influencia que tuvo la reforma de las órdenes monásticas propiciadas por Cisneros y que tuvo en Santa Teresa a una adalid excepcional. Santa Teresa de Jesús, como otras místicas españolas, fueron las mujeres más innovadoras de la época, desarrollaron una creatividad inusitada y tuvieron una profunda influencia social.

Como consecuencia de todo ello, los claustros españoles fueron unos lugares muy visitados y muy vividos por las mujeres. Una parte de ellas sólo acudía temporalmente, mientras duraba su educación. Frecuentemente esas niñas eran familiares de religiosas residentes que pagaban el costo de su alimentación y de su enseñanza y que, cuando terminaban, retornaban a su hogar para casarse; otra en cambio, permanecían en el colegio después de terminada la enseñanza tradicional -lectura, rezos, bordados, costura...- formando un grupo de personas seglares, que sin entrar en religión, convivían con las personas de la clausura. las más ingresaban como novicias en la orden y se sometían a la disciplina del claustro. En estos casos se reduplicaba la formación religiosa escogida, así como la práctica de una vida de piedad en comunidad y en solitario, a las órdenes de la abadesa y del capítulo del convento.

El estricto sometimiento a la regla escogida -que solía combinar la educación religiosa con el trabajo manuel- dejaba también poco margen para una instrucción superior, aunque no fue infrecuente encontrar a algunas religiosas que incrementaron el nivel de sus conocimientos convirtiéndose en buenas latinistas, traductoras de libros extranjeros, pintoras, místicas o mujeres que trabajaron en los diversos campos de la creación literaria. Obviamente, el claustro, pese a sus frenos, permitía una mayor potenciación de la vida personal de la religiosa que de la mujer seglar, inmersa en las prácticas de la filosofía patriarcal.

Sin embargo, a menudo, las monjas tuvieron una actitudes poco acordes con la regla escogida. Muchas de ellas habían entrado allí contra su voluntad, por disposición paterna. Las causas eran variadas, pero habitualmente se trataba así de salvar las leyes del honor o de solucionar las dificultades económicas de una familia que no podía dotar para el matrimonio a todas sus hijas. No obstante, las religiosas habían de poner a disposición del convento una dote no pequeña, en bienes muebles o inmuebles, aunque también existía en cada convento un cupo de monjas sin dote.

El claustro se nos presenta como un mundo complicado y con tensiones, no sólo referentes a la convivencia de estamentos sociales que allí se conjugaban -aristócratas, campesinas, mujeres de las clases medias- sino al clima de confusión generado por la reforma y la contrarreforma; clima que cristalizó en algunas religiosas falsamente místicas que desarrollaban una vida, mezcla de libertinaje y beatería, que trascendía con frecuencia al exterior del claustro. La exaltación religiosa de la sociedad española de los siglos XVI y XVII hizo frecuente la proliferación de beatas, herejes, iluministas...dentro de las rejas conventuales que deseaban desarrollar otras alternativas de vida a las propuestas por la sociedad de los Austrias. La actuación de la Inquisición y los escándalos sociales que provocaron ciertas actitudes no fueron pocos".

Margarita Ortega López
Profesora de Historia Moderna
Universidad Autónoma de Madrid

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