HON HAI LUGAR SEGURO: AS MULLERES REFUXIADAS NAS ILLAS GREGAS VIVEN CONSTANTEMENTE EN PERIGO.


"La periodista afgana Shirin (nombre ficticio) dice que una vez le dispararon los talibanes. Pero, pese a que huyó de su país buscando seguridad, ahora vive constantemente atemorizada en un mísero campo de personas refugiadas en Grecia. "Nos tratan como animales. Prefiero que vuelvan a dispararme a soportar estas condiciones", contó a Amnistía Internacional en el campo de Kara Tepe, en la isla de Lesbos.

Shirin es una de las muchas mujeres que huyeron del peligro y la persecución para acabar viviendo con miedo a sufrir acoso y violencia sexual en los campos de las islas griegas. Hace ya 18 meses que los talibanes dispararon contra su coche. En un primer momento huyó a Kabul, donde encontró otro trabajo de periodista, en esa ocasión detrás de la cámara. "En Afganistán es muy peligroso ser periodista y mujer". Continuó recibiendo amenazas telefónicas, hasta que la situación se le hizo insoportable y se fue de Afganistán en dirección a Europa. "Pero aquí tampoco me siento segura. Tengo tanto miedo que por la noche nunca salgo de mi habitación", dijo, añadiendo que muchas de sus amigas habían hablado de casos de acoso verbal y sexual en Lesbos.

Su "habitación" es un contenedor en el que, con frecuencia, decenas de mujeres duermen sobre el duro suelo. Kara Tepe está considerado el campo "bueno" de Lesbos: las personas refugiadas tienen permiso para entrar y salir a su antojo, y hay retretes segregados por género y duchas con puertas. Estas sencillas medidas aumentan la sensación de seguridad de las mujeres refugiadas y ayudan a evitar la violencia sexual.

Blancos fáciles

Las condiciones son notablemente peores en Moria, otro campo de la isla gestionado por el ejército que alberga a más de 3.000 personas y que, hasta hace poco, estaba cerrado. Jumana, psicóloga que trabaja para la ONG Humanity Crew, que brinda apoyo a las personas refugiadas de Lesbos, contó a Amnistía Internacional los peligros concretos que corren las mujeres refugiadas de Moria. "Las mujeres alojadas en campos de refugiados soportan una enorme presión y continúan expresando su temor a no sentirse seguras debido a que en los campos la población es mixta, en algunos casos las tiendas también y la iluminación nocturna es insuficiente", afirmó Jumana.

Una mujer de 23 años que viajaba sola contó a Jumana que una noche se despertó en Moria, aterrorizada, al darse cuenta de que un hombre desconocido había entrado en su tienda. Este año, más de una quinta parte de las personas refugiadas y solicitantes de asilo que han llegado a Grecia han sido mujeres y bastante más de un tercio, niños y niñas, según la ONU. No pueden marcharse hasta que no obtienen citas con los servicios de solicitud de asilo de Atenas, proceso que puede ser dolorosamente largo.

Incialmente, los campos de las islas grigas se establecieron como centros para gestionar la llegada de personas refugiadas; sin embargo, tras firmarse el acuerdo entre la UE y Turquía fueron transformados en centros de detención similares a prisiones. Aunque las autoridades han suavizado las restricciones a la entrada y la salida de personas de los campos, miles de ellas permanecen hacinadas en tiendas y contenedores, a menudo escasean los alimentos -incluida la leche infantil- y las instalaciones de duchas y retretes no son higiénicas.

En un intento de contener el flujo de personas refugiadas que llegan a Grecia, la UE ha firmado un acuerdo de  "canje de personas refugiadas" con Turquía. Ahora, las personas refugiadas que llegan a Grecia en barco corren el riesgo de ser devueltas a Turquía sin que se evalúen adecuadamente sus solicitudes de asilo. Amnistía Internacional se opone firmemente al acuerdo porque Turquía no ofrece a las personas refugiadas plenos derechos y protección.

Los hombres se pelean y nosotras corremos

Pero los centros de las islas griegas continúan luchando, desbordados y con menos recursos de los que necesitan. La falta de alimentos e instalaciones y las tensiones debidas a las condiciones de vida y a la falta de información han hecho que se produzcan estallidos de violencia. En uno de los peores casos, en la madrugada del 1 al 2 de junio, estalló una pelea grave entre algunos de los detenidos en Moria, y una amplia zona del campo acabó en llamas. Mujeres y hombres, incluidas familias con niños y niñas pequeños, tuvieron que huir y pasar la noche al raso en los alrededores del campo o en la ciudad de Mitilene, a varios kilómetros. Cuando regresaron, muchos se encontraron con que el fuego había destruido sus tiendas y sus pocas pertenencias.

Desprotección y miedo 

Tanto mujeres como hombres contaron a Amnistía Internacional que muchas veces no se sienten seguros en los campos. En las filas para recibir alimentos estallan peleas y la policía apenas proporciona protección a la gente. Las autoridades griegas deben hacer mucho más por la seguridad de la población de los campos. "Los hombres se emborrachan y no hay seguridad. La policía non nos protege ni interviene. También tenemos miedo a que les pase algo a nuestros hijos", dijo una mujer siria de 23 años con tres hijos pequeños.

Una mujer iraquí de 29 años atrapada en el campo de Kara Tepe con sus tres hijos intenta reunirse con su marido, que logró llegar a Alemania: "La otra noche un hombre simplemente abrió la puerta e intentó entrar en nuestra habitación". Otra mujer con un bebé de seis meses contó que estaban demasiado asustadas hasta para ir al baño por la noche. "Permanecemos en grupos y solo dormimos cuando realmente nos vence el sueño. Por la noche, no salimos de las tiendas, y nuestros hijos tienen que hacer sus necesidades dentro", dijo.

Uno de los campos más notorios de Grecia es el que se conoce como VIAL, en la isla de Chios. También allí estallan peleas con frecuencia. "Los hombres pelean y nosotras corremos a  escondernos. La policía se ríe y se niega a ayudar", contó una mujer a esta ONG. La vida en los campos se ha convertido en una nueva desgracia para quienes han sufrido tortura o quienes llevan fragmentos de balas o metralla en el cuerpo. Casi toda la gente aquí ha perdido a algún ser querido en un conflicto.

A menudo son las mujeres y las niñas quienes se sienten responsables de cuidar de los demás. Una adolescente afgana se acercó a Amnistía en el campo de VIAL: "Tengo 16 años y estoy aquí con mi hermano pequeño y mi madre, que es ciaga. ¿Cómo se supone que voy a cuidar de ellos aquí?".

El miedo, la desesperación, la falta de información y las terribles condiciones son algunas de las causas subyacentes a la tensión y el peligro real que corren Shirin y miles de otras mujeres, hombres y niños y niñas que permanecen atrapados en las islas griegas tras el acuerdo entre la UE y Turquía. Grecia y sus socios europeos son responsables de este sufrimiento. En lugar de deshumanizar a estas personas que buscan desesperadamente seguridad y una vida mejor, es hora de que Europa les ofrezca protección".
Giorgos Kosmopoulos
EL País, 10 de xuño de 2016
 

 

 

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