CON QUE SOÑAN @S MOZ@S?
"A Jennifer
Núñez le harían falta tres vidas para llevar a cabo todo lo que le pasa por la
cabeza. Y le pasan muchas cosas, pero si hablamos de pasión solo tiene una: el
diseño. Por eso ya vestía a sus muñecas con los retales que le daba su madre,
los grapaba o los pegaba, y a su manera iba confeccionando su propia colección
en un desfile particular. Lo normal sería pensar que Jennifer, que ahora tiene
28 años, se ha movido por el corazón y ha seguido a pies juntillas su pasión
para vivir profesionalmente de sus creaciones; pero no ha sido así. Es su sueño
por cumplir. Y no quiere perder más tiempo. «Estudié arquitectura, pero me he
dado cuenta de que lo que me hace feliz es el diseño de moda. Si tuviese un
varita mágica no lo dudaría, me convertiría en alguien como Valentino, con una
gran marca, porque sueño a lo grande», dice. «¡Y aún tengo posibilidades! -se
anima-, de hecho ya he empezado a tener unos encargos, un kimono, un vestido...
Lo que me gusta es el diseño de estilo escandinavo, de líneas rectas y
simples». Jennifer ya lo ha planificado todo y le ha echado el ojo a un local
en A Coruña, donde se imagina atendiendo a las clientas y desarrollando toda su
faceta creativa en una apuesta personal por la ropa de calidad. «¿Has pensado en
cómo llevar a cabo ese reto?», le preguntamos para abrirle los ojos. «No paro
de trabajar, hago mis bocetos y voy vendiendo poco a poco; el resto es cuestión
de suerte». Para que le toque, Jennifer no se queda quieta y ha ido a contarlo
al Cumplesueños de Marineda City, que con ocasión de su 5.º aniversario, ha
montado un Plató de los Sueños, donde cada visitante puede contar el suyo y si
es elegido llevarse 5.000 euros. Un modo estupendo de despertar con alegría a
la realidad. ¿Alguien da más?
Sí, al
ferrolano Alexandre Dacosta Diehl le apasiona correr, pero en sus sueños no se
ve como una estrella del atletismo ni participando en el maratón de Nueva York.
Si encontrase una lámpara maravillosa, este joven de 18 años tiene claro lo que
le pediría al genio: «Eu quero ser arqueólogo e profesor de Historia Antiga na
universidade», dice. Aunque cree que el reto «non é doado», Alexandre está
convencido de que con «moita vontade e traballo» lo puede conseguir. Por eso,
tras un año de estudios, decidió abandonar Derecho en A Coruña y matricularse
en Historia en la Universidade de Santiago. Y por eso también devora
compulsivamente libros de Mesopotamia, Egipto o Roma con la misma facilidad que
un joven de su edad se ventila el Marca o el As.
Alexandre cuenta entusiasmado que le encantaría
trabajar como arqueólogo en alguna excavación al otro lado del Mediterráneo y
poder compaginar esa faceta con la enseñanza. «O que de verdade quero é aportar
algo á sociedade e sentirme útil. Tamén espero poder contribuír a que a xente
se interese máis polas humanidades, sobre todo agora que parece que hai unha
tendencia a desacreditar todo o que non sexa técnico». ¿Y en lo personal, con
qué soñará este joven? De asuntos amorosos no suelta prenda, pero no oculta sus geografías sentimentales. "Quero viaxar por todo o mundo, pero no futuro véxome en Galicia, preto da familia".
Ángela, que
tiene 22 años y es de Cangas de Morrazo, tenía un sueño: ser profesora. Bueno,
en principio quería ser pediatra, pero pronto se dio cuenta de que lo de la
sangre y las agujas no era lo suyo. Aunque los niños... los niños ¡le
encantaban! Y empezó a soñar con darles clase, tiza en mano. Sin embargo, algo
se cruzó en su camino: el latín y el griego. Ángela escogió la rama de
Humanidades en bachillerato y le gustó tanto que decidió empezar Filología
Clásica. Pero no la terminó. «La carrera me decepcionó, y conocí a gente yendo
a estudiar en Santiago en Bla Bla Car que me contaba que no habían conseguido
trabajar cuando la acabaron».
Su realidad
hoy está muy lejos del latín, del griego y la docencia. «Trabajo en una naviera
de guía turístico por las islas atlánticas: las Cíes, las Ons, San Simón...».
«¿En qué momento fuiste a parar ahí?», le preguntamos. «Mi hermana trabajaba en
la naviera, y el verano pasado necesitaban gente. Era para una semana y me
quedé todo el verano. Y ahora repito», dice. Mientras, Ángela trabaja de extra
en un parque de bolas -otra vez niños- porque también es monitora de tiempo
libre. ¿Qué harías si pudieses cambiarlo todo? No lo duda: «Volver atrás en el
tiempo y ser profesora. Haría Magisterio. Ahora... acabaría muy tarde el grado,
por eso igual me animo a hacer un ciclo relacionado con el Turismo», revela.
La vocación
tiene su arte
«Cualquiera
de esos tópicos vale», concede Pedro Tizón. Una mansión en la playa, una cuenta
corriente inagotable y una novia guapa e inteligente le «valen». A quién no.
Algo similar le ocurre a Olesya Kanevska. Pero ambos son dos ejemplos de sueños
hechos con imágenes y letras. Los marca la carrera que estudian. Con 18 años,
acaban de empezar Comunicación Audiovisual, y los dos ven su futuro en clave de
vocación.
El primero,
como director de fotografía de cine. Él se dio cuenta de que era eso lo que
quería hacer tan pronto como entró en la facultad de Ciencias Sociais de
Pontevedra. Hasta ese momento su relación con la fotografía había sido casi más
por interés que por sentimiento. Empezó muy joven, a los 15, cuando su hermano
comenzó a competir en carreras de motos y él a encargarse de dejar constancia
de ello. Ahora su visión del arte de inmortalizar el presente ha cambiado, y ni
siquiera sabe explicar con palabras por qué o cómo.
La misión de
Olesya no es mucho más sencilla, pero le resulta más fácil transmitirlo. Y eso
que habla de poesía. Ella llegó de Europa del Este cuando era una niña, y el
gallego la cautivó. Se enganchó a la poesía de su tierra de adopción al tiempo
que se fue convirtiendo en poetisa. Ahora su sueño es mezclar ambas pasiones en
un poemario que resuma su vida en Galicia y sus vivencias. «No quiero hacerme
famosa, solo ganar lo suficiente para darle a mi madre la tranquilidad y la
estabilidad que merece. Tuve un título, pero ya lo olvidé», reconoce la joven
mientras cuenta por qué le gustan los versos de Méndez Ferrín y de Lupe Gómez,
y los problemas que tuvo esta última al principio para publicar su obra Pornografía,
inicialmente censurada, «aunque no habla para nada de eso». Olesya sabe que
tiene que ir pensando ya un nombre nuevo para su sueño y va a tener que
retenerlo en la memoria. Al menos unos años, los que necesite para acabar la
carrera. Porque es entonces cuando se ha propuesto hacerlo realidad.
Los grandes
sueños no se olvidan. Y nos esperan toda la vida."
07 de maio de 2016
La Voz de Galicia
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