ADOLESCENTES COMO BISAVÓS


"A medida que uno va cumpliendo años, descubre un motivo de pesar del que nadie le habló nunca ni se suele hablar en general, y que no se cuenta, por tanto, entre las más clásicas "lacras" de la edad. Quizá se deba a que la gente va perdiendo expectativas o es olvidadiza o va cambiando en exceso, y a que deja de desear lo que ansió  en su juventud, lo cual daría la razón a ese viejo dicho cuya formulación no recuerdo, pero cuyo sentido viene a ser: "Quien es un revolucionario en la veintena, será un conservador en la sesentena, y quien no cumpla con eso se constituirá en anomalía y carecerá de corazón primero y de razón después". Supongo que en algunos aspectos yo mismo me atengo al modelo, pero no puedo evitar deprimirme cuando veo que pasan las décadas y que ciertas cosas que uno esperaba que cambiaran o desaparecieran en el transcurso de su vida no lo hacen, sino que permanecen más o menos inalterables; o bien que retornan con fuerza hábitos y formas de pensamiento que se creían superados o periclitados...

No es que  me fíe de las encuestas, que casi siempre están mal hechas o son sesgadas, por no decir que nacen amañadas: las propias preguntas que se incluyen en ellas -y su formulación- bastan a menudo para que den un resultado falso y distorsionado. Teniendo todo esto en cuenta, ha habido, sin embargo, una reciente entre adolescentes que me ha dejado abatido. Las respuestas de mil y pico estudiantes de Secundaria en torno a las relaciones de pareja y los "papeles" de mujeres y hombres con tal sarta de tópicos, antigüedades y sandeces que casi explican por sí solas por qué transcurren los años y el fenómeno de la violencia machista, por ejemplo, no se mitiga en absoluto, por mucho que se llame la atención sobre el problema, se tomen mil medidas preventivas y se cursen leyes para castigar duramente a los maltratadores y proteger a las maltratadas. Si un 60% de esas almas aún cándidas -esos estudiantes- suscribe que la chica debe complacer a su novio; si un 44% de las almas femeninas encuestadas cree que, para "realizarse" -signifique lo que signifique a estas alturas expresión tan hueca y necia-, "necesita el amor de un hombre"; si el 90% está de acuerdo en que "el chico debe proteger a su chica" (claro que en la investigación ni siquiera figuraba la pregunta inversa, si la chica debe proteger a su chico, ni tampoco si éste debe complacer a aquélla); si el 52% de las jóvenes opina que los muchachos son agresivos y sólo un 1,8% que son "tiernos" -signifique también esto lo que signifique-; si el 0% de los varones consultados "se identificó con ser comprensivo", como si ser eso -algo amplísimo- supusiera una merma de su virilidad o una injuria; si el 34% juzga aceptable espiar el móvil de su pareja si sospecha que ésta le es infiel, y el 65% ve en los celos una prueba de amor; si todo esto es así, cabe concluir que los adolescentes actuales no se diferencian apenas no ya de sus padres o abuelos (calculando que los primeros ronden los cuarenta años y los segundos los sesenta y cinco), sino de sus bisabuelos, esto es, de gente nacida hacia 1920, antes de la Guerra Civil y de la República, recién terminada la remota Primera Guerra Mundial. Sin duda estos adolescentes llevarán vidas muy distintas, algunos beberán y se drogarán, todos tendrán su perfil en Facebook y se sentirán desnudos sin sus móviles, y no pocos se habrán ya iniciado en el sexo con alegría y ausencia de culpa. Pero, en lo relativo a su concepción de las relaciones sentimentales o de pareja, son unas antiguallas, unos simples y unos catetos de mucho cuidado, y su visión esencia la misma que la que podían tener los campesinos más ignorantes y arcaicos bajo la Dictadura de Primo de Rivera, pese a que ninguno de estos chicos tendrán la menor idea de quién era este Primo de Rivera ni de qué Dictadura fue la suya. ¿Qué diablos se les enseña y transmite? Si los resultados de esta encuesta no resultan deprimentes para quienes de jóvenes creíamos que el tiempo y la extensión de la cultura pondrían fin a las más elementales sandeces y tópicos, que venga la gente de mi generación y lo vea. O incluso la de la generación anterior".
Javier Marías
La zona fantasma
11 de Diciembre de 2011. 


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